Entre la fragilidad y el reconocimiento propio a través de una mirada externa.
V. indaga visualmente la práctica del autorretrato, observando el cuerpo en el ejercicio de retratarse o de ser retratado y propone una reflexión sobre las diversas capas que componen la identidad. Cada imagen es la prueba de la búsqueda del reflejo de uno mismo en el ser de otros. Actuando como observadora de mi misma y de otras mujeres, mi yo recae de forma directa en ellas, invadiendo su intimidad de forma discreta y omnipresente. Mi motor es la representación de las emociones y los sentimientos internos mediante la expresión corporal. Sentimientos elementales como el dolor, el amor, la melancolía o la necesidad y las raíces de actitudes como la sensualidad o la transmisión de erotismo, exponiendo al público la realidad interna más oculta con la que lidia la fotógrafa en su día a día.